Una iglesia saludable, con un plan de crecimiento integral, para alcanzar una grande cosecha de hombres y mujeres transformados por el poder de Dios, y que colaboran activamente en el reino de Dios”.
Hacer discípulos, capacitándolos en el poder del Espíritu Santo, mediante la predicación y propagación de la Palabra de Dios”.
Los pastores Roberto Bonilla y Lizzie Cintrón llevan 39 años de casados, 38 años de convertidos y tienen 2 hijos que también sirven en el ministerio. Fueron llamados por el Espíritu Santo de forma sobrenatural y poco común. En el caso del pastor, mientras andaba perdido por el mundo, el Espíritu Santo comenzó a redargüirle de su condición de pecado, hasta que en su propia casa le mostró unas visiones del fin y de la venida del Señor Jesucristo, donde experimentó en un periodo de 3 días el nuevo nacimiento y una transformación radical en su vida.
Al pasar el tiempo, por 5 años, dirigieron el ministerio musical y de palabra Adoradores de Cristo, donde junto a otras 3 familias viajaron continuamente a través de todo Puerto Rico, siendo invitados por iglesias de distintas denominaciones, y celebrando servicios de adoración en retiros espirituales, instituciones carcelarias y diversas actividades evangelísticas, con el propósito de restaurar el mover de la alabanza y adoración en espíritu y verdad, y plantar la semilla del evangelio en los distintos lugares que Dios les permitió ministrar.
CREEMOS
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En la inspiración verbal de la Biblia.
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En un Dios que existe eternalmente en tres personas; a saber: El Padre, el Hijo y el Espíritu Santo.
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Que Jesucristo es el unigénito del Padre, concebido del Espíritu Santo y nacido de la Virgen María. Que fue crucificado, sepultado y resucitó de entre los muertos. Que ascendió a los cielos y esta hoy a la diestra del Padre como nuestro intercesor.
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Que todos han pecado y están destituidos de la Gloria de Dios; que el arrepentimiento es ordenado por Dios a todos, y necesario para el perdón de los pecados.
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Que la justificación, la regeneración y el nuevo nacimiento, por fe en la sangre de Jesucristo.
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En la santificación, subsecuente al nuevo nacimiento, por fe en la sangre de Jesucristo, por medio de la Palabra de Dios y por el Espíritu Santo.
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Que la santidad es la norma de vida, de Dios, para su pueblo.
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En el bautismo con el Espíritu Santo, subsecuente a la limpieza del corazón.
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En el hablar en otras lenguas, como el Espíritu dirija a la persona, lo cual es evidencia inicial del bautismo en el Espíritu Santo.
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En el bautismo en agua por inmersión y que todos los que se arrepienten deben ser bautizados en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.
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Que la santidad divina es provista para todos en la expiación.
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En la cena del Señor y el lavatorio de los pies de los santos.
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En la pre-milenial segunda venida de Jesús: primero, para resucitar a los justos muertos y arrebatar a los santos vivos hacia El, en el aire; segundo, para reinar en la tierra mil años.
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En la resurrección corporal; vida eterna para los santos y castigo eterno para los inicuos.